La subida a Badostáin

La escudería Urbasa organizaba en los 70 “La subida a Badostáin”

 “La subida a Badostáin” era una prueba de coches de carácter regional. El recorrido era considerado muy rápido y peligroso por las escasas curvas si bien la última, antes de enfilar la recta hacia el pueblo –que es donde estaba la meta-, era muy traicionera.  La afluencia de público era muy numerosa lo que entrañaba un riesgo considerable.

 

La revista Autopista de mayo de 1975 relata las incidencias de la última prueba celebrada en la que resultó herido un guardia civil. “La subida” no se volvería a celebrar por su peligrosidad.

Testimonio de un corredor

No creo en las premoniciones ni avisos de un hecho futuro, pero sí que en ocasiones sentimos que vamos hacia algún peligro y resulta que al final se cumple.

El sábado acordamos José Ignacio Anguiano y yo salir juntos hacia Pamplona, a primera hora del domingo, para participar en la subida a Badostáin, él con su Seat 127 Gpo.1 y yo, por segunda vez, con mi Seat 1430 Gpo.5.

El domingo amaneció con cielo encapotado y lluvia intensa. No recuerdo por qué, pero yo no llevaba las muy recomendables ruedas de agua. Al llegar a Pamplona, me entró un raro desasosiego, nada meditado, una extraña y fuerte sensación. Paré y le propuse a José Ignacio que lo dejáramos, que con aquel clima era mejor olvidarlo y darnos la vuelta. No obstante, decidimos acercarnos al parque de salida, solo para saludar a los conocidos, porque ya que estábamos allí...

Y sucedió lo habitual: llegas, saludas, te contagias del ambiente, te animan... y acabas diciendo: "bueno, pues salgo, con ruedas de seco, iré con más cuidado". Y finalmente participamos los dos.

Era la primera de las dos subidas, me sentía cómodo, las ruedas no iban mal y controlaba bien algunos derrapes imprevistos, inevitables sobre suelo tan encharcado. En la última curva, a pesar de saber de su peligro, entré excesivamente confiado y, al salir, el coche me dio un coletazo brutal. Traté de corregir con un rápido contravolante, pero las ruedas ya no 'agarraban' y se produjo otro coletazo que se convirtió en un trompo. Así, de pronto, me vi a toda velocidad y marcha atrás por la recta de meta. Ni sabía qué hacer ni me atrevía a hacer nada, por miedo a que cualquier maniobra me sacara de la carretera y me estrellara sabe Dios contra qué.

Unos segundos eternos y agobiantes, marcha atrás, en mojado, derrapando las ruedas por más que intentara frenar, sin saber adónde mirar, si adelante, al espejo... hasta que me detuvo el impacto contra un coche aparcado al final de la recta. Con la inercia, se rompió el respaldo, el asiento se quedó plano, los cinturones de seguridad eran inútiles en esa postura, y sentí cómo el casco golpeaba contra la parte trasera, y el hombro, contra la diagonal de la barra antivuelco. Me bajé algo aturdido. El coche se había quedado sin maletero, prácticamente sin parte de atrás. El dueño del otro coche, un espectador, protestaba y llamaba a la guardia civil, que lo tranquilizó: el seguro de la prueba lo cubría todo. Alguien de la organización se preocupaba por mi estado; le dije que no pasaba nada, que me encontraba bien. "Una pena", me comentó, "has hecho el mejor tiempo". Sorprendente. Resulta que había cruzado la meta marcha atrás y había logrado... ¡el mejor tiempo! Pero la verdadera pena era ver mi coche, que había perdido medio metro de longitud.

Al regresar abajo con el coche en la grúa, me enteré de que Jose Ignacio había sufrido una salida de carretera con el consiguiente revolcón. Él estaba bien, aunque algo dolorido, y lo acompañé al hospital en la ambulancia de la organización, donde confirmaron que sufría las lógicas contusiones; pero nada grave, todos los huesos en su sitio. Lo mínimo para un accidente tan aparatoso.

No recuerdo cómo regresamos. Ninguno de nuestros coches estaba para viajes. Supongo que con algún amigo de Logroño que había ido a ver la prueba. Lo que nunca olvidaré será el aviso mental que recibí al entrar en Pamplona, una amenaza que se cernía sobre los dos. Desde entonces, cuando presiento cualquier clase de peligro, me lo tomo en serio, muy en serio, mucho más que en aquella lluviosa mañana de domingo.

http://www.imaginter.com/acrioja70/badostain.html